Este 13 de junio, se celebró en Argentina el Día del Escritor, en homenaje a Leopoldo Lugones, primer presidente de la Sociedad Argentina de Escritores.
Santoto Digital dialogó con la escritora local Marilyn Jullier -Presidente de SADE Filial Santo Tomé- quien se refirió al oficio en cuestión.
“Es un día especial para quienes optamos por escribir. Este escribir que no solo consiste en la manera literal de expresarlo, hablamos de un escribir que nos libera, de un escribir que nos construye, y de un escribir con un objetivo claro (al menos para mí): la intención de que cada palabra sea una herramienta transformadora del mundo, es decir, aquello que quiero cambiar porque entiendo que está mal, incorrecto, oscuro. Por supuesto, la palabra bien utilizada, la buena palabra. De eso estoy convencida, una palabra es transformadora cuando es blanca, cuando es más pura que lo que desea modificar”, compartió la entrevistada, al tiempo que reflexionó: “Mi literatura pretende ser testimonial: el escritor debe ser testigo, en palabras de Mario Benedetti, no creo en el escritor que se queda al borde del camino. Considero que escribo porque soy rebelde, creo que escribo porque soy revolucionaria en el sentido de que creo en los cambios, en que, a veces, debemos volver a empezar. Y, sin dudas, cada texto poético es un volver a empezar. Como decía Macedonio Fernández: ‘el acto creativo es siempre un comienzo’. Probablemente escribo para no morir, como dicen algunas poetas del siglo pasado. Es importante que este escribir no sea mezquino, egoísta; por eso siempre recomiendo a quienes lo hacen, de que si están convencidos de lo que escriben, que lo promulguen, que se conozca y sea leído por otros”.
Por la razón mencionada, Marilyn Jullier recordó que “con a otros amigos decidimos juntarnos para que naciera SADE Filial Santo Tomé. Precisamente, el Día del Escritor es en homenaje al primer presidente de la Sociedad Argentina de Escritores: Leopoldo Lugones. En el caso de nuestra ciudad, este grupo de personas que conforma SADE es, de alguna manera, un modo generoso de andar de la mano mediante la palabra”.
“En mi caso, no puedo decir si soy buena o mala escritora; de hecho, todavía no puedo decir si soy escritora, por más que pase 100 años escribiendo. Eso lo dice el lector, tal como digo en el prólogo de un libro: ‘ese jurado al que nos sometemos dulcemente, el único, es el lector. De nada tendría sentido el arte literario sin el intelecto del otro para apreciarlo”, aseveró la presidente de SADE Filial Santo Tomé.
Las mujeres escritoras
“Mi compromiso con el prójimo es a partir de la escritura, de testimoniar. De ello se han encargado muchas mujeres desde el 1800. Aunque en los diez tomos que integran la Antología de la poesía argentina, que compiló Juan de la C. Puig para el primer centenario, no había ninguna mujer”, advirtió Marilyn Jullier, y luego aclaró: “Pero esto no fue así. En 1857 ya la teníamos a Silvia Fernández, Rosa Guerra, Juana Manso y Josefina Pelliza. Incluso, hay un primer registro de poesía escrita por mujeres en la Argentina, que son una serie de manuscritos anónimos, atribuidos a unas hermanas carmelitas del Monasterio San José de Córdoba. Es importante que lo sepamos como argentinos”.
“Entre tantas mujeres, la encontramos a Alfonsina Storni, que a pesar de ser muy vapuleada por Borges, fue una predecesora de muchas escritoras y una adelantada en su época. Mantuvo un marcado feminismo y luchó para instalarse en una sociedad argentina en la que el arte, sobre todo literario, no estaba a cargo de las mujeres”, valoró la entrevistada. En este sentido, agregó: “Ella siempre estuvo ligada a SADE, que nació en 1928. Me interesa destacar a Alfonsina Storni junto con Gabriela Mistral (Chile) y Juana Ibarbourou (Uruguay) como las tres grandes de América. En la revista Caras y Caretas, en la que ella publicó tempranamente, hay una observación en donde se expresó que Alfonsina representaba la aceptación de que las bellas letras podían descender de clase. Ahora a ese mundo podía ingresar con talante altivo y predisposición jocosa una hija de inmigrantes pobres”.
“Fue amiga de José Ingenieros, Horacio Quiroga, y del pintor Quinquela Martín, entre otros. Ella trabajó toda la poesía, rimada, soneto, cuarteto, verso libre, verso blanco, sometida a la métrica, las plegarias. Manejó muy bien la oralidad y la ironía, e incluso había llegado al susurro”, detalló la presidente de SADE Filial Santo Tomé.
“No obstante, no podemos dejar de nombrar a Olga Orozco, Alejandra Pizarnik, Silvina Ocampo, Victoria Ocampo. De las más actuales, Florencia Codagnone, Julieta Desmarás, Patricia González López, Fernanda Laguna, Laura Wittnerd, y Estela Figueroa, entre otras”, concluyó Jullier sobre las grandes escritoras argentinas.
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